A y Z
De todos los planes siempre se aplica primero el A, como si fuera erróneo empezar por el final, se acostumbra elegir el más común, quizá es por eso que hay cosas buenas que al hacerlas se sienten mal. Se plantea tener un inicio, seguir con un nudo y culminar en un desenlace, pero ¿qué pasa cuando no se puede salir del nudo? Se siente como una cuerda que ahorca de a poco, cuerda que no es cuerda porque es para un loco, para un apresurado, para el que ya nada espera, para el resignado. El nudo ha tardado tan poco en formarse pero parece casi imposible verlo desarmarse, quizá habría que desvestir los guantes de invierno y poner los dedos en movimiento, que tanteen el problema, que destejan o sigan tejiendo hasta que el hilo del conflicto se acabe.
Siempre hay inicios, aunque no todas las veces se dan de la manera en la que se esperan, a veces son improvisados, otras en cambio son tan meditados que da intriga imaginar toda la historia y es casi imposible llevar lo guardado en la memoria a la realidad. Entonces simplemente pasa, pasa lo que tiene que pasar, pasa el inicio, el nudo, el desenlace, pasa la historia y en un momento se escribe el punto final que es el mayor miedo de algunos: ser terminal.
Hay tantas opciones A que pueden ser fallidas, hay también tantas opciones Z que son correctas, que conducen a metas y a grandes resultados, hay atajos que en vez de acercar reflejan, hay problemas que lleva días resolver, hay personas que cuando todo va mal se alejan.
Inicio, nudo, desenlace, tan independientes y a la vez tan dependientes uno de otro, configurados como estructura sin límites de modo pero precedidos por una causa, seguidos por una consecuencia, y es que no existe gran ciencia para deducir que a cada quien le pasa lo que eligió de camino. Está el iniciado que nunca inició porque no soltó su antigua solución, el anudado que se ató cien veces a la rutina y se desató otras cien en microinfiernos, el desenlace que se enlazó a todos los inviernos habidos y por haber, están las comas que son pausas temporales, los puntos seguidos y aparte que cambian de temas como de canales, está el punto final en quien todo se resume, en quien la obra se consume y después de él ya no hay nada más.
Muchos de nosotros nunca fuimos punto seguido ni final, fuimos simplemente la opción A y Z que siempre estuvo mal.
Siempre hay inicios, aunque no todas las veces se dan de la manera en la que se esperan, a veces son improvisados, otras en cambio son tan meditados que da intriga imaginar toda la historia y es casi imposible llevar lo guardado en la memoria a la realidad. Entonces simplemente pasa, pasa lo que tiene que pasar, pasa el inicio, el nudo, el desenlace, pasa la historia y en un momento se escribe el punto final que es el mayor miedo de algunos: ser terminal.
Hay tantas opciones A que pueden ser fallidas, hay también tantas opciones Z que son correctas, que conducen a metas y a grandes resultados, hay atajos que en vez de acercar reflejan, hay problemas que lleva días resolver, hay personas que cuando todo va mal se alejan.
Inicio, nudo, desenlace, tan independientes y a la vez tan dependientes uno de otro, configurados como estructura sin límites de modo pero precedidos por una causa, seguidos por una consecuencia, y es que no existe gran ciencia para deducir que a cada quien le pasa lo que eligió de camino. Está el iniciado que nunca inició porque no soltó su antigua solución, el anudado que se ató cien veces a la rutina y se desató otras cien en microinfiernos, el desenlace que se enlazó a todos los inviernos habidos y por haber, están las comas que son pausas temporales, los puntos seguidos y aparte que cambian de temas como de canales, está el punto final en quien todo se resume, en quien la obra se consume y después de él ya no hay nada más.
Muchos de nosotros nunca fuimos punto seguido ni final, fuimos simplemente la opción A y Z que siempre estuvo mal.
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