A Roma

Se dice que todos los caminos conducen a Roma, pero a veces hay más de una Roma y no siempre es a la que esperamos llegar. Sumergidos entre mapas y catalejos nos olvidamos de la importancia de la brújula, esa que nos ayuda a encaminarnos bien. Perder el norte no siempre es malo, aunque damos más vueltas para retomar el camino justamente aprendemos eso: (re)encontrarnos.
Al fin y al cabo tiene más valor el trayecto que hacemos hasta una meta fijada que la meta en si. La meta cuando se cumple es olvidada, el camino en cambio pasa a formar parte de nosotros, una lección aprendida, un nuevo logro, una historia más para contar. Y es que realmente somos historias en un instante de la historia.

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