Naranjas


No sabe quedarse, no puede, tiene miedo -si es que acaso lo llega a sentir-, no entiende que sus alas alborotan todas mis ventanas, que se abren cuando le ven, que se cierran para mirarle.
No le dije que necesito que me beba las lágrimas, que su naranja es mi favorito, que no tengo frascos ni intenciones de encerrarle, que el atardecer es distinto si no está, más pálido, más frío.
Revolotea, viene, se va. Me besa sin besarme, me mata sin tocarme y el tiempo parece fugarse a su lado, frágil. Se va, me voy, estoy obligada a irme porque donde están mis pies deja de ser un lugar, caigo en picada mientras veo cómo vuela, se aleja, me olvida.
Cansadas las agujas de dar vueltas al reloj, todo sigue en un profundo ruido, todavía no amanece, ya se colorea gris la puesta de sol. El naranja, su naranja, se marchó.


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