Quemaduras de un invierno interminable

https://www.youtube.com/watch?v=6EA-MIYY1bg

Durante la noche ambos jugamos a ser el lobo feroz, sin caperuza ni rifle de cazador, con los ojos grandes, las bocas sedientas y un hambre desenfrenado de compañía.
En la oscuridad del día no caben más tonos grises, en la sombra de los relojes corre un viento atroz. Quema, como los dedos de un amante acariciando una espalda repleta de puñales, insoportablemente placentero, peligrosamente ilusorio.

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