Una señorita que no es de San Nicolás

Arroz con leche, no me quiero casar. No quiero estar unida a alguien por un documento, ni por una ceremonia, ni por la sociedad. Yo quiero ser esa que llega a casa a cualquier hora, tranquila de no darle explicaciones a nadie, estando por mi cuenta día tras día, lavando un solo plato después de cada comida. 
Rondar por todos los bares y todas las confiterías, siempre con alguien distinto, charlar y reír hasta que duela el abdomen, sentir mil alientos arrojando el humo del cigarro y de vez en cuando encontrar un par de ojos que me aplaudan después de leer poesía. 
Arroz con leche, no me quiero encadenar a la rutina de la esposa buena, no quiero ser ama de casa ni niñera de mis propios niños. De la cerradura solo quiero que haya una llave, sin copias, mi llave, solo mía. Quiero vivir en el piso más alto de un departamento, o quizá en una casa con jardín, las flores muertas también necesitan tener espacio, desprenderse de sus macetas. Sin piscina, un perro, quizá dos.
Quiero sentarme en el sillón a leer un libro por semana, tener el escritorio en perfecto estado todos los días del año y usar la cafetera a tiempo y destiempo. Quiero una cama de dos plazas y dormir de un solo lado, un placard ordenado por colores, la mesita de luz sin luz. De vez en cuando, juntarme con amigas y sentar a sus niños en mi falda, abrazarlos y contarles que algunos alumnos me recuerdan a ellos, regalarles un libro y lápices para colorear y verlos tomar el té mientras charlo con sus mamás. Volver a casa manejando y en el camino desviarme para quedar con alguien en un café, que llegue de camisa y me diga "qué linda estás", tomar unas copas, no dormir. Vivir de noche.
Imagino pintar de a ratos, salir a correr en las mañanas, lavar el auto, regar las flores que se marchitaron, enterrar a los perros, ver morir a la gente, escribir un libro, preparar cajas de mudanza, bailar mientras cocino, cantar en la bañera, viajar, crecer, envejecer, morir.
Quiero el silencio de una tarde de invierno, mirar por la ventana las hojas que caen en otoño, beber whisky mirando un atardecer de primavera, caminar bajo las lluvias de verano, ver a la ciudad cambiar día tras día. Arroz con leche, no me quiero casar. Quiero vivir mi vida con mucho limón y poquita sal, ver a las flores morir y en la autopsia decir que las mató el calor. O el frio.

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